Amanecer 

Regresó de la cocina y se quedó mirándolo, dormía plácidamente. Abrió un ojo le dijo:

-¿Ves como si me espías mientras duermo?

-Jajajaja ¡claro que no! Estaba pensando como despertarte – respondió mientras lo recorría a gatas hasta llegar a su boca besándolo como el café de la mañana.

Pronto lo sintió despertar bajo su cuerpo. Su piel caliente, la suya húmeda, en dos movimientos estaba dentro, él gimió. Ella se aferró del edredón de colores y cerró los ojos ¡carajo qué bien se sentía estar así! Se balanceó despacio y él le susurró:

-Quítate la ropa, necesito verte.

Se irguió sobre su cadera y se despojó de la camiseta negra, cuidando de hacerlo sin prisa, dejando al descubierto sus senos con los pezones muy erectos. Lamió sus labios y se enderezó hasta tocarlos suavemente con su lengua, cubrirlos, inflamarlos, ir perdiendo el control, acelerando el ritmo, con las manos en su espalda, ella colgada de sus hombros hasta volverse rocío y mojarlo todo. Se dejaron caer sobre las sábanas.

-Ojalá todos los domingos amanecieran así – suspiró antes de quedarse dormida.

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