Stilettos negros

Después de Chicago los mensajes se habían intensificado, la electricidad parecía ir de un teléfono a otro en imágenes y palabras. A ella le parecía inaudito recibir sus fotografías ¡hasta bajo el escritorio! Le costaba creer que él tan serio y siempre en control se dejara llevar en plena jornada laboral y se diera la libertad de retratar sus ganas. Por su parte, a él le fascinaba encontrarse con sus líneas apasionadas y candentes, todas esas cosas que no había logrado que le dijera de viva voz, al hacer el amor, cada vez, veía arder sus ojos y cómo su piel deliraba en consonancia con la suya pero era incapaz de decirle cómo se sentía o cómo le gustaría que la tocara. En sus mensajes podía sentir lo que habitaba su cuerpo e iba tomando nota.

– Ingeniero, eso suena tan prometedor que estoy dispuesta a liberar la agenda…

– ¡Vaya! De haberlo sabido antes jajaja.

– Creo que esas fotografías llevaban alevosía y ventaja.

– ¡Jamás! -aseguró escribiendo un emoji de diablito.

– Jajaja no lo niegues, me encanta. ¿Cuándo vendrás?

– Estaré allá jueves y viernes ¿cómo estará tu agenda?

– ¿Desayuno el viernes?

– ¿Cena/desayuno? – se atrevió a proponer.

– Uuufff mantenga esa actitud y cuente con ello, yo cocino y usted se encarga del vino.

– Hecho – escribió junto con una carita muy sonriente.

El jueves por la mañana escribió temprano: «aterrizando, ya falta menos.»

«Te veo a las 9 en mi casa» Adjuntó una imagen de su trasero enfundado en un bóxer púrpura.

«El día será eterno» fue su única respuesta.

No tan expresivo cómo hubiera querido pero se desquitaría en la noche.

– Lisa, por la tarde tenemos reunión con el jurídico -dijo Bernardo, el contralor, asomando la cabeza a su oficina.

– ¡Oh! – repuso sin poder ocultar su desencanto.

– ¿Pasa algo? -preguntó entrando hasta su escritorio.

– No precisamente, sólo que lo olvidé por completo -admitió con un suspiro.

– ¿Quieres que te cubra? Sólo vamos a ver las cláusulas nuevas del contrato de la compañía de fletes, podría enviártelo y lo revisas antes de mañana a las 8.

– ¿Harías eso por mí?

– Claro, me deberás una, eso sí jajaja -dijo juguetón mientras salía de la oficina.

– Muchas gracias -alcanzó a decir sonriendo.

Se dio tiempo para ir por carne, pasta, baguette, tomates y queso parmesano, justo estaba probando la salsa cuando su perra empezó a ladrar en la ventana, llegaba puntual como era su costumbre.

Deliberadamente se dejó puesto el mandil de colores sobre su vestido negro, aventó las chanclas asustando a Aria y se enfundó los stilettos negros de suela roja, esos de los que tanto habían hablado en los mensajes, se retocó los labios justo al sonar del timbre.

– Ingeniero buenas noches.

– Licenciada, que bien le sienta ese mandil, uuy y esos tacones – dijo recorriéndola con la mirada y mojándose descaradamente los labios.

Ella se sonrojó y le ofreció la mejilla para saludarlo, él, en cambio, la tomó del cuello buscando su boca, abriéndola hasta sentir su lengua, invadiéndola, respirando de ella.

Aseguró la puerta mientras Emilia los olisqueaba siguiéndolos hasta la cocina. Metieron el vino al refrigerador y él dijo:

– Esto huele delicioso – besando su cuello por detrás y metiendo las manos bajo el mandil – y la cena también.

– Jajaja eso espero – dijo girándose para mirarlo y sentir como el mandil llegaba al piso.

Sin darle tiempo a reaccionar subió el vestido hasta su cintura, descubriendo el bóxer púrpura de la foto, la tomó del trasero y la subió a la encimera, acariciando sus piernas, buscando su espalda. Ella iba a lanzar los zapatos y él le susurró: no no no, no te quites los zapatos. Ella obedeció besándole el cuello y aferrando sus tobillos a su cadera.

Los besos los inundaron de sensaciones desde el lóbulo de la oreja hasta la curva de la pantorrilla. El vestido quedó en la encimera, el bralette púrpura también, la camisa y la corbata azul sobre la mesa de la cocina. Sin poder más la cargó llevándola hasta la sala, hincándose frente a ella deslizó el bóxer, luego su lengua, despacio, en círculos, entró un poco, curioseó en los labios, respiró sobre su clítoris y luego dejó que su lengua vibrara junto con ella, justo antes de hacerla explotar se detuvo, se irguió despojándose de lo que quedaba de su ropa.

– Siéntate aquí – pidió Lisa con voz ronca.

Se montó en sus piernas y en segundos fueron uno, empujó y empujó hasta sentirlo absolutamente dentro, se besaron largamente, sin prisa, en ese abrazo infinito que habían deseado tanto. Sus caderas se rebelaron pidiendo movimiento y ella empezó a danzar sobre él, inventando un ritmo que conectaba su espina dorsal a su vientre, encendiéndose con el roce de sus manos en su espalda, su trasero, sus pezones ¡Dios, sus pezones! Tortura mágica, indescriptible, real, envolvente, todo suspendido, menos sus corazones, sentir el vacío muy cerca, parar un poco, volver a empezar, dejarse caer, compartirse, aferrarse aún más fuerte hasta que el aliento vuelve y la realidad aparece en forma de piernas dormidas. Se acomodó en su regazo unos minutos más.

– ¿Tienes hambre?

– Siempre preciosa.

– Jajaja entonces descorcha ese vino mientras caliento y sirvo.

– A la orden señora directora – respondió con sorna y guiñándole un ojo.

– Alguien se puede quedar sin cenar… – sentenció levantando una ceja muy seria y girando el delantal en su mano.

– Mientras no me dejes sin postre y no te quites esos zapatos…

– Jajaja eres imposible – rió de buena gana mientras se ponía el delantal y se iba taconeando a la cocina.

Cenaron semidesnudos, él en camisa y ella en delantal, fue una de esas veces que hablaron de sus familias, de su infancia, un poco de sus padres. Se terminó el tinto, limpiaron la cocina y una cosa llevo a la otra, besos con sabor a uva, dedos curiosos y piernas largas.

Por fin los stilettos se quedaron a un lado de la cama a juego con el delantal y la camisa, ella rezó porque Emilia no tocara la ropa y luego se perdió en el contacto de los cuerpos aderezado con el alcohol, un poco ansiosos, irreverentes, buscando ángulos diferentes, apretando, queriendo tocarlo todo, convirtiendo roces en alas y su ritmo en olas de mar. Terminaron abrazados muy juntos, volviendo en sí de a poco. ¡Carajo cuánto deseaba decir te quiero! En cambio, lo besó con fuerza y se acurrucó en su pecho. Él se aseguró de hacerla dormir primero, no quería despertarla con sus ronquidos, de hecho se mantuvo largo rato despierto, le gustaba la sensación de tenerla cerca, sin nada de por medio, en ese paralelo de los dos.

Cuando despertó se encontró con una nota sobre la almohada: «Gracias por todo, nos vemos pronto.»

Suspiró y llamó a Emilia, la perra subió juguetona y moviendo la colita, siempre lograba ponerla de buenas y hoy lo necesitaba.

5 comentarios en “Stilettos negros

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        lasletrasdelina.wordpress.com — Las letras de Lina

        Me agradó cómo evolucionaste y me sorprendió te detuvieras.

        El erotismo iba aflorando muy bien, bien envuelto en la narrativa externa.

        Ojalá regresaras con otra aventura y más encuentros.

        Hace falta leer autoras como tú que nos educan en el arte de seducirlas, saber que no somos lis unicos con esos deseosm pero, debemos aderezarlos para el mutuo disfrute.

        Saludos

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      2. Wow, me encantó saber que así se perciben mis letras. Hay quien dice que escribir erótico es sencillo, pero darle ese toque que quede justo en eso y no se vuelva vulgar tiene su chiste.
        Si quiero volver a retomar estos escritos, de hecho mi idea es hacer un libro de una historia hecha cuentos.
        Gracias por escribir Arturo

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  1. A mi ver, es más sencillo para una mujer. Los hombres no le damos esa envoltura, esa presentación, nuestra practicidad lo dificulta. De ahí la diferencia emtre lo que se aprecia vulgar y lo realmente erótico.

    Personalmente mi gusto es esa descripción velada del sexo, y más narrada desde la perspectiva femenina obviamente. Dan esa información que llena algo más que el gusto por el sexo. Lo que escribimos como hombres es pornografia literalmente;es nuestra forma, lo que nos interesa.
    Pero, nos hace falta las pinceladas y desaceleración necesarias para no vernos tan pervertidos, ese toque femwninom ser encaminados de ña mano de una mujer, que con certeza, nos llevará a buen puerto.

    Espero pronto te desbloquees y continúes, no cualquiera puede tener este universo alterno donde se es testigo de lo que hay en la imaginación de alguien conocido, saber su lado oculto. Es fascinante, divertido y excitante.

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