Locura en el autobús

Reuniones de trabajo los hicieron coincidir en la misma ciudad, por primera vez se dieron el tiempo de recorrer el centro, tomados de la mano, sin prisa y disfrutándose.
Encontraron un lugar pequeño y sofisticado, Loló se llamaba. Pidieron un par de cervezas artesanales, Costera, blond ale con notas a frutas y cítricos, en el fondo un grupo en vivo tocando rock suave, justo cómo les gustaba a los dos.
Hablaron de todo y de nada, bromearon e, incluso, arreglaron un pequeño mal entendido.
-¿Me quieres mucho? -Preguntó mirándola a los ojos.
Ella entornó la mirada y le dijo acercándose:
-Si.
-¿Así cómo soy? ¿Así de mamón y testarudo?
-Si, aún así. Creo en tus intenciones y que, muy a tu modo, cuidas de mi.
-Siempre preciosa.
El encanto se terminaba y debían volver, autobús esta vez, una nueva experiencia que compartir.
La unidad venía prácticamente vacía, salvo por ellos y un par de doñas encopetadas en la parte de atrás. Abrió su computadora y le dio a escoger entre más de diez películas, optó por Moonlight, habría que ver porqué se había hechó merecedora de la estatuilla del Oscar.
Casi por terminarla sus manos se pusieron juguetonas, cerró la lap y se aventuró por debajo de su blusa de colores, encontró sus pezones y su lengua invadió su boca, ella le correspondió intensamente y después de un rato de tocarse bajo la ropa ella susurró:
-¿Qué pretendes poniéndome así?
-Tú dime -respondió retador.
Se irguió para decir:
-¿Ah si? -Al tiempo que miraba sobre los asientos en busca de las encopetadas, dormidas.
Se apresuró a deshacerse del pantalón azul y la pequeña tanga de encaje naranja, divertida ante la expresión de incredulidad que asomaba en su rostro pero que no lo detuvo de abrir la bragueta de su pantalón gris oxford.
Se montó sobre él sintiendo cómo la tocaba hasta el fondo, quedándose inmóvil mientras sus manos se adueñaban de su trasero acercándola aún más, empujando, queriendo fundirse, ambos conteniendo los gemidos en la garganta.
No tardaron en convertirse en lava aferrándose el uno al otro para no gritar, ella se desplomó sobre su cuerpo, temblorosa y sonriendo. Se acurrucaron y quedaron profundamente dormidos, juntos todo estaba bien y se detenía el mundo, juntos era el mejor lugar, incluso en un autobús.

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